Ana Bonet - Luca Brunelli

jueves, 6 de diciembre de 2012

Imagínese usted...




















Imagínese usted....
Apuntes sobre el confort.

Witold Rybczynski, 1989, La Casa. Historia de una idea, Madrid: Nerea.

 “Imagínese usted una tarde de invierno con una tetera, un libro, una lámpara de lectura y dos o tres almohadones enormes en los que recostarse. Ahora póngase cómodo. No para mostrárselo a otros y decirles qué a gusto está. Quiero decir que de verdad le guste, que le guste a usted. Deja el té a mano, pero en un sitio donde no se vaya a caer. Baja usted la lámpara para que la luz caiga en el libro, pero no demasiada, y de forma que no pueda usted ver la bombilla. Se pone los almohadones detrás y los coloca cuidadosamente, uno por uno, exactamente donde los quiera tener, para apoyar la espalda, el cuello, el brazo: de forma que está usted apoyado confortablemente, exactamente en la forma que usted desea tomar el te, leer y soñar”

 (Christopher Alexander, en Rybczynski pp. 232)


El cambio de escala que nos aguarda esta fase del curso requiere una reflexión sobre las pequeñas cosas y cómo estas afectan a nuestro comportamiento. La definición de la habitación, de su mobiliario, la posición y proporción de una ventana, la configuración del baño, etc..., todo ello nos lleva a reflexionar sobre la cuestión del confort.

Pero ¿qué es el confort?. Más que poder identificar con precisión qué es, podemos afirmar qué produce: bienestar. El confort se revela cuando experimentamos de un modo corporal (y no sólo visual) el espacio. No obstante, el confort es una idea construida culturalmente que carece de respuesta unívoca. Rybczynski sugiere que para comprender qué es el confort es necesario revisar los diferentes modos de comportamiento que se desarrollan históricamente en la tradición burguesa de la que surge. El análisis histórico que realiza este autor, sitúa el confort próximo a la intimidad y lo privado en el s-XVII, al ocio y la comodidad en el s-XVIII, a lo mecánico (luz y ventilación) en el s-XIX, y a la eficiencia y comodidad en el s-XX. El concepto de confort incorporará pues las tradiciones de la intimidad y privacidad, la domesticidad, la comodidad, la adecuada regulación de luz y aire, y también la eficiencia. Cada una de estas tradiciones constituye una capa de significado a la idea de confort, como si de una cebolla se tratara.  

Actualizar estas tradiciones para dar cabida al confort en nuestro proyecto implica en ocasiones una crítica implícita de la modernidad. Es el caso de reflexionar sobre el espacio fluido moderno, muy estimulante visualmente pero pobre desde el punto de vista de la intimidad (porque junto a la luz deja pasar el aire y el sonido). Es el caso de preocuparse de cuestiones como la ergonomía, la funcionalidad, la luminosidad o la proporción desde dentro, desde la experiencia corporal de los espacios que creamos.  Imagínese usted…. 

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